No quarter.

Recorriendo la carretera blanca de mi espalda, el oxígeno se transformaba en gas nervioso; convertiste mi ombligo en tu centro de gravedad. Salpica, escuece, adormece, tiembla, cura. La luz apenas permitía distinguir formas, como si te fuese necesario para sentir, tocar, plasmar, jugar. Al trasluz, las motas de polvo nos observaban y animaban a hacer rugir las cremalleras y saltar los botones. La corriente eléctrica nos poseyó y las descargas y convulsiones comenzaron a hacer su trabajo paseando por nuestras venas, lanzando chispas de nuestros ojos.

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