i'm a midnight joker

Qué fácil hacer de tu ombligo un hogar, una casa alejada donde pasar los días de tormenta mientras la gramola suena, reproduciendo una sinfonía tras otra, escribiendo vals para nosotros. Humedecer las sábanas con tu risa, revolotear en tu pelo, sumergirme de lleno en los surcos de tu espalda. Joder, por el placer de mancharme con tinta al componente esta mierda. Que si mirada al infinito y tú jugando a recorrer el mundo de mis caderas, poniendo tu propia bandera; que sí, que todo esto es de locos fingiendo un mínimo de cordura. Y qué más dará perder el sentido, déjalo junto a la ropa interior en el suelo. Solo te pido que no te olvides de odiarme, pero que me beses antes de hacerlo.

fragmentos de una mente malsana

Neruda quería escribir los versos más tristes aquella noche, no dudo que sus motivos residían en una cálida respiración capaz de llenar el más vacío de los corazones (o al menos el suyo). Lo único claro que tengo del amor es lo que (me) transmite ese poema, que su belleza descansa en querer y ser querido en distintos tiempos, jugar al acierto y al fallo, el ir y venir, el encontrar una mirada observando como tus pulmones inhalan y exhalan a través del cristal de cualquier autobús o escaparate. Cuando quieras tengo miles de miradas dispuestas a encontrarnos.

No quarter.

Recorriendo la carretera blanca de mi espalda, el oxígeno se transformaba en gas nervioso; convertiste mi ombligo en tu centro de gravedad. Salpica, escuece, adormece, tiembla, cura. La luz apenas permitía distinguir formas, como si te fuese necesario para sentir, tocar, plasmar, jugar. Al trasluz, las motas de polvo nos observaban y animaban a hacer rugir las cremalleras y saltar los botones. La corriente eléctrica nos poseyó y las descargas y convulsiones comenzaron a hacer su trabajo paseando por nuestras venas, lanzando chispas de nuestros ojos.

Nothing else matters.

Prometiste que si nos volvíamos a encontrar girarías la cabeza para contemplarme, para saber cómo estoy, para estar en mí. Y ahora mírate, agachando la cabeza para borrar el pasado, para hacer como si no pasa nada y como si nunca fuera a pasar; como si no hubiera hecho equilibrio en el filo de tu lápiz mientras escribías versos que, negabas con una sonrisa que, eran para mí. Mientras tanto, los copos de nieve invisibles creados por nuestros corazones van congelándonos dando paso a una falsa indiferencia absolutamente patética. Pero es más fácil poner la mirada de vidrio para no mostrarle nada al resto.

Shine on you crazy diamond.

Perderme en una nube de algodón, de alquitrán. Tirarme al vacío de tu cama. Saltar en los charcos que reflejan mi interior hasta vaciarlo y ver los trozos esparcidos en cada gota. Tomar café con hielo para sentirte otra vez recorriéndome por dentro, como un escalofrío.
Eres como respirar humo, el quemazón de echar alcohol en una herida, la puerta al cielo y al infierno al mismo tiempo, un cigarro consumiéndose, unas brasas mal apagadas que aún arden. Que tu rastro se refleja en los agujeros de mis medias, en el vaivén de mis caderas, en los hoyuelos de mi espalda con tus huellas dactilares tatuadas. Te llevo a cuestas en cada paso notando tus colmillos en mis muslos y el recuerdo permanente de tu humedad mezclándose con la mía provocando una oscuridad sofocante que irradia calor en la que suspirar es obligatorio. 
¿Sabes? Cuando menciono tu nombre delante de amigos oigo casi al unísono que dejemos las gilipolleces a un lado para estar juntos, yo me limito a reír. Como si fuese posible, como si alguno necesitara al otro para tener un caos abismal, como si cada uno no tuviese su propio acantilado en el que lanzarse al vacío cada domingo por la tarde. Es cierto que describirte, para mí, es un suspiro con sonrisa, no puedo negarlo. También dicen que aparecerá otro que me haga sentir esas (estúpidas y horribles) mariposas, me parece incluso retorcido y sarcástico pensar que hay otro más adecuado que tú y eso nos aleja más aún. Quizá eso es lo bueno, saber que nunca tendremos esa sustancia tóxica y letal a la que llaman amor recorriendo y quemando nuestras venas.

http://www.youtube.com/watch?v=e-grnwMr5oU

Gainsbarre

Cuando el pájaro-que-da-cuerda reproduce su ric-ric el mundo entero se acelera durante un segundo, como por arte de magia y sin saberlo. Durante un segundo el océano se vuelve de un azul más intenso, en ese mismo se encuentran nuestras miradas, devaneciéndose quedando en la nada que ya suponen las hojas caídas el otoño pasado, a pesar de haber formado una alfombra crujiente por la que pasear en las tardes donde la realidad quedaba alejada gracias a unos versos mentales que no llegaban a ser recitados, todo acompañado por una fría cerveza para congelar las sensaciones moribundas que se alojan en los recovecos del deseo a algo.


Esto tan solo corresponde a los anhelos nunca llegados a existir de alguien que no sabe ni avanzar en línea recta durante un día lluvioso y espera encontrarse con la inspiración mientras escucha francés impartido. 

La foule

Como amores imaginarios tirando aviones de papel en avenidas desconocidas y parámetros fuera de todo plano. Un bang bang que resuena, explota y enloquece creyéndose un frenesí de sensaciones aspirantes a realidades, tan desconcertadas que podrían corresponder a una habitación azul llena de humo y que, de a saber dónde, emana un repiqueteo de sonidos pudiendo ser confundidos por miradas haciendo crack al estamparse contra el frío suelo. Suelo que recoge cenizas esparcidas en coordenadas desordenadas llevando atado un cartel de busca y captura y, ¿cómo huir de ti mismo sin haberte encontrado?
Intentando maquillar que la única solución es esperar a que los tiempos buenos nos interrumpan tomando café en el lugar más perdido de cualquier mirar, saltando vasos donde abundan los cubitos derretidos y posos de té. Posos que se podrían leer entre líneas, para acabar por recorrer el asfalto vacío de coches, rodeados por los aviones escritos con letra aparentemente normal, con trazos que descubren singularidad y la melancolía de no estar en lo alto, como esos papeles mal doblados antes de ser lanzados.

Lluvia

Los cristales empañados, escondidos en algún portal oscuro en el que solo nos veíamos gracias a la luz de los rayos. Los perros le ladraban a los truenos y escuchábamos crujir la madera. Las gotas se deslizaban por mi pelo hasta caer en tus manos apoyadas en el suelo. Escuchabas como me faltaba la respiración después de correr y eso te ponía. Lo sé porque te lo veía en los ojos, en lo que dejaban ver los rayos. Mirabas atentamente mi boca y cada vez que me mordía los labios para recoger las gotas tus pupilas se dilataban, como las de una pantera cuando ven a su presa. Que no podías evitarlo, dijiste acercándote despacio. El tictac de tu reloj le hacía competencia al sonido de los besos y eso no te gustaba, querías marcar el ritmo de otra forma. El reloj se fue a tomar por culo. El sonido del impacto y de los cristales cayendo inició una dulce introducción al Caos.

Amelie.

He dejado de salir a pasear sola de noche por si volvemos a encontrarnos y me llevas a ver las estrellas. Ya me conozco el cuento de Vamos, que esta noche está hecha para ti y si no me crees mira como te sonríe la Luna. Eras bueno, hijo de puta, muy bueno. Pero he pasado de cuentos a novelas, a relatos, a poemas, a ensayos; y de estrellas a lunares plasmadas en pieles de escritores, de ninfómanos, de melómanos y de drogadictos. No me han vuelto a rajar la espalda al pasar, ni me ha vuelto a seguir la prensa, pero sí he conseguido encender con las manos.
En una realidad paralela, una de mis personalidades le dice a la otra que es el retrato de Dorian Gray porque muestra cada uno de sus fallos y errores. Pongamos que una se llama Cabeza y la otra Corazón. No sé cuál es peor, si la que dice que todo va a salir mal o la que dice que todo va a salir bien. Pero la pelea va a más, es un ruido constante día y noche.

Radioactive

Nos vemos a través de los cristales rotos que antes formaban vasos. Vasos que nos han visto emborracharnos, gritar (de todas las formas y en todos los formatos posibles), hacer como que no pasa nada, hacer como que pasa de todo y ahora están tan hechos trizas como nosotros. La historia de nuestra vida, ¿eh? Quizá debimos comprar vasos de plástico, ya sabes, usar y tirar, más difíciles de romper y sin llegar a cogerles cariño.
Supongo que luego vino el quererte y hablar hasta la madrugada, los nervios de verte y las sonrisas por las notas debajo de la almohada, aquello de sentirme vulnerable cuando salías por la puerta y fuerte cuando me acorralabas contra la pared hasta que te diera un beso. Ponerme tu ropa siempre me gustó, pero lo de suspirar cuando mis muñecas olían a ti también llegó después, junto a toda esta cursilería y los comentarios de la gente cuando llegábamos a un sitio cogidos de la mano y nos íbamos echando hostias a cualquier otro lado en tu coche, esa pequeña porción de rock'n'roll desde donde la Luna parecía brillar más, aunque para el caso que le hacíamos, ¿qué más daba?

Como estar...

Parada en medio de la autovía con todos los coches a 120 y sabiendo que ninguno me puede rozar. En medio de un tiroteo y esquivar todas las balas. En medio del océano, rodeada de tiburones, sin jaula pero sabiendo que todo saldrá bien. En un asesinato y salir de allí sin ser detenida. En una operación con tan solo una posibilidad de salir viva y no tener miedo.


Las luces parpadean, llamémoslas estrellas, mientras yo quiero escalar tus lunares para llegarte a la nuca, donde poder susurrar y entrecortar respiraciones, para jugar a sudar juntos y crear así un mar donde navegar cuando el frío nos erice la piel y el calor del infierno nos queme en los pies. Joder, que esta noche quiero estar contigo y notar tus manos en mis muslos yendo hacia arriba.

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